lunes, 11 de marzo de 2013

Un Hospital con Pulso


El aire en la sala estaba denso. La reciente llamada con el Dr. Salles sobre el costo de la cirugía había hecho volar las ilusiones de operar a Valeria en Cuba. Natacha y yo hablamos si todavía tenía sentido aceptar la invitación del Dr. Salles para ir al hospital donde se iban a realizar las cirugías; y como ya estábamos en ese país, decidimos ir después de todo a conocer el Hospital Ortopédico Frank País.

El Frank País está en el lado oeste de La Habana y lo compone una serie de edificios de 3 pisos; fue fundado hace más de 40 años y mientras la mayoría de pacientes son cubanos, tiene una oficina dedicada a los extranjeros, Turismo Salud.

Como íbamos a la oficina de Turismo Salud, nos privamos de hacer la cola que hace la mayoría de Cubanos. Generalmente los enfermos, o sus parientes, van desde muy temprano por la madrugada al hospital a hacer la cola, reciben un ticket que les asegura atención ese día y esperan por horas hasta que el doctor los reciba.

Nosotros éramos afortunados de tener ya una cita para las 9 de la mañana con Dr. Salles quien estaba ocupado cuando llegamos así que esperamos afuera de su oficina. Parados ahí, pasó una empleada del hospital y se detuvo por varios minutos para decir los bonita que estaba Valeria. Luego de un instante se aparece una enfermera bastante mayor lentamente, no dijo ni una palabra, sólo se acercó a Valeria muy lentamente, la cargó y sonrió con los ojos cerrados; era la transformación de un rostro duro a un rostro dulce. Para entonces, yo estaba empezando a sentir algo desconocido, que a un hospital le puede importar la gente que atiende, era un sentimiento con el cual yo no estaba familiarizado. Este tipo de encuentros agradables continuaron durante el día. Cuando fuimos a la oficina de finanzas, la chica que trabaja ahí se levantó de su escritorio, cargó a Valeria y se puso a conversar con nosotros mientras jugaba con ella.

Cuando por fin entramos a la oficina del Dr. Salles, él fue frío y directo y yo agradezco muchísimo que él fuera así; lo único que yo espero de él es que sea el científico que sólo piensa en músculos, nervios y metatarsos; pero es reconfortante sentir que el resto del equipo del hospital da el apoyo humano; el Frank País nos había casi hecho olvidar porque estábamos ahí.

El afecto del hospital tomó más importancia que los enchufes de electricidad sin tapa que tenía o que los doctores no colgaban en las paredes los diplomas de sus escuelas de medicina. El Frank País era una opción excelente para operar a Valeria si tan sólo las circunstancias lo permitían.  Semanas después de visitarlo, todavía recuerdo las palabras escritas en mármol en el lobby, “Hacer caminar un niño inválido es la más noble obra humana que concebirse puede.”

El Dr. Salles en el hospital Frank País de La Habana

Sus comentarios, "likes" o "twits" son muy valorados; les agradezco de antemano cualquier interacción.






No hay comentarios:

Publicar un comentario