lunes, 25 de febrero de 2013

Confiando en un doctor con shorts


Si hubiese una clase media en Cuba, viviría en El Vedado.

A diferencia de La Habana Vieja que se esta cayendo poco a poco, El Vedado está bien mantenido y es allá donde fuimos Natacha, Valeria y yo a conocer al Dr. Salles en su departamento.

La visita fue informal y a eso se debe que Dr. Salles nos recibió en shorts y sandalias. Él nos fue recomendado a nosotros por personas muy confiables, así que su sentido de moda era lo que menos nos importaba.

Dr. Salles, que esta en sus cuarentas, carece de pelo pero esta en bastante buena forma física, nos atendía sin compromiso. Sin embargo, yo ya estaba pendiente de la tradición cubana de llevarle un regalito al doctor, así que le compré una memoria flash de 16 GB. Sabía que como Internet es casi inexistente en la isla, la gran mayoría de la gente se pasa las películas, música y fotos con este aparato. A las personas que les regales memorias me los agradecieron muchísimo.

El Dr. Salles primero revisó sus manos y dijo, “Con sus dedos índices extras voy a crear los pulgares”. Para Natacha y yo eso era excelentes noticias; él estaba confirmando lo que nos había dicho el Dr. Miki en Miami unos días antes, aunque usando una técnica diferente. “Sólo para estar claros”, agregó, “no van a ser pulgares perfectos pero ella va a poder agarrar cosas. Yo esperaría hasta que ella tenga dos años para operarlos”.

Valeria estaba ajena a todos los posibles planes que estábamos haciendo para ella; ella se estaba divirtiendo jalándole los bellos de la pierna al Dr. Salles.

“Su piel derecho no va a ser complicado pero el pie en espejo va a necesitar más trabajo”, dijo. “Puedo operar los pies apenas cumpla el año”, agregó. “¿Por qué no la opera todo a la vez?” Natacha preguntó. “Porque quiero ver cómo las manos desarrollan, ahora es muy pronto para saber”, nos respondió. “Aún así, van a ver más de dos operaciones en total, quizás cuatro”.

Entonces sacó un iPhone y tomó fotos de los pies y manos de Valeria. Si pensaba que lo iba a sorprender con la memoria flash, pues él me sorprendió más a mi con el iPhone que yo pensaba era inexistente en Cuba. Cuando le di la memoria la tomó sin importancia.

Quedamos que lo llamábamos al día siguiente para que nos diera un estimado ahora que ya tenía una idea clara de lo que había que hacer. Nos fuimos confiados de que Dr. Salles podría hacer las operaciones pero ahora teníamos que pensar las logísticas ya que ir a Cuba veces seguidas en un periodo tan corto es dificultoso.

Valeria con su abuela Loly en La Habana


lunes, 18 de febrero de 2013

Pisando Seguro Ante un Pie en Espejo


La Habana, jueves 31 de enero del 2012

¿Cuáles son los riesgos de la cirugía? Le pregunté al Dr. Salles. “Podría encontrar algún problema con algún nervio o vaso”. Respondió él, despreocupado por la pregunta. “Pero habría sólo un chance de 2 o 3 por ciento de que ocurra eso”.

97%, es el porcentaje que me dio el Dr. Salles en Cuba para corregir los pies y manos de Valeria, mi hija de 6 meses de edad. Me voy de regreso a los EEUU satisfecho con esta opción aunque la búsqueda del doctor perfecto para Valeria debe continuar.

El Dr. Vitale, del New York Presbyterian Hospital fue el primer doctor que vimos cuando nació Valeria y fue bastante honesto. El Dr. Miki del Miami Children Hospital fue la segunda opción y nos complació bastante con su apoyo, su honestidad y la excelente alternativa que nos dio.

El caso de Valeria es extremadamente raro. Su pie izquierdo es un Pie en Espejo; es como si uno pegara la parte interna del pie al espejo y el reflejo también fuera parte del pie; para ella lo es. Por lo que hemos averiguado, sólo hay 28 casos registrados en el mundo y sólo 7 de ellos tratados.

Su pie derecho tiene un dedo gordo extra del cual sale otro dedo más pequeño; como una rama de un árbol con una ramita creciendo de ella. No tiene pulgares en las manos, en vez de eso tiene un dedo índice extra por mano.

Valeria y Natacha en Miami
A pesar de faltarle los pulgares, ella puede aguantar su botella desde los 5 meses, insiste en meterse mi teléfono a la boca y continua jalándole los pelos a la pobre Greta, nuestra perrita maltipoo, que sólo atina a llorar. Esto me convence de que Valeria va a poder hacer todo lo que ella se proponga en la vida.

Ella todavía está sin cabello así que Natacha y yo estamos cruzando los dedos; yo para que saque el mío y Natacha el de ella. Estoy contento con que hasta ahora se parece a mi. “Nunca había visto una bebe que se pareciera tanto al papá”, nos dijo una chica de inmigraciones cuando llegamos al aeropuerto de La Habana. “Debería llamarse ValeGina”, nos dijo una tía de Natacha ya que mi nombre es Gino. De la mamá sacó los penetrantes ojos negros, lo cual vale mucho porque los ojos son muy importantes para definir a una persona, y la naricita de botón.

Es increíble la felicidad que Valeria nos ha traído; ahora depende de nosotros de hacerla a ella lo más feliz posible. Por eso estamos en la tierra de Natacha, Cuba, famosa por su sistema de salubridad, conociendo doctores hasta determinar cuál es el doctor perfecto para Valeria.

Valeria y yo en el Hotel Nacional de La Habana, Cuba