lunes, 4 de marzo de 2013

La Suegra


Natacha y yo estábamos aliviados de haber encontrado una buena opción médica en Cuba pero lo que más nos influenciaba por este camino no tenía nada que ver con la ciencia sino con el cariño; el cariño a Valeria por parte de Loly, su abuela.

Loly, una mujer fuerte y en sus 50s, vive en el oriente del país, en Bayamo, y estaba haciendo lo que podía dentro de sus limitaciones para encontrarnos un doctor; inclusive viajaba a La Habana atrás de los camiones de carga con tal de hablar con doctores. Los pasajes de bus para los nacionales son muy limitados y los que son para extranjeros cuestan $50; eso está muy por encima de los $15 que es el salario promedio mensual.

Loly había escuchado del Dr. Salles a través de José Antonio, su compañero de más de 3 décadas, ya que un nieto de él había perdido un dedo en un accidente con una silla plegable; en ese momento, al dedo lo pusieron en hielo y el Dr. Salles pudo reinsertarlo.

En nuestro caso, ya que la terapia después de la cirugía para Valeria podía tomar hasta 8 semanas, Loly se ofreció a cuidar de ella por ese tiempo; después de todo, sería muy difícil que Natacha y yo nos quedásemos todo ese tiempo.

Aprecié mucho su ayuda en encontrarnos un doctor pero aprecié también su ayuda con Valeria mientras visitábamos Cuba; por primera vez en 6 meses, Natacha y yo teníamos alguien que cuidara de la bebe. “¿Ya se despertó?” nos decía muy temprano por la mañana queriéndosela llevar con ella. “Salgan, diviértanse,” nos decía; esas eran palabras que nosotros habíamos añorado escuchar por muchas noches de sonámbulos. Loly también nos contagiaba su calma y jovialidad. Cuando le pregunté a Natacha cómo me iba a duchar solamente con un balde de agua caliente, Loly dijo, “enséñale o sino va a terminar como un pollo hervido.” O nos diría cosas, pero hablándole a Valeria como, “vamos a visitar a tu mamá los domingos al manicomio si no se calma.”

Loly nos cocinaba unos guisos deliciosos, freía unos crocantes tostones y hasta preparaba un sabroso arroz con leche, mi postre favorito; pero me comentaron que después que me fui y Natacha se quedó con Valeria por dos semanas más, el menú se redujo a arroz con frijoles por la mayoría del tiempo.

La única vez que vi a Loly cabizbaja fue cuando recibimos el estimado del Dr. Salles para la operación; era mucho más cara de lo que esperábamos; para los cubanos esta operación era casi gratis pero nosotros éramos extranjeros.

Con José Antonio y Loly quien siempre tenía a Valeria consigo.



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