Si hubiese una clase media en Cuba, viviría en El Vedado.
A diferencia de La Habana Vieja que se esta cayendo poco a poco, El
Vedado está bien mantenido y es allá donde fuimos Natacha, Valeria y yo a
conocer al Dr. Salles en su departamento.
La visita fue informal y a eso se debe que Dr. Salles nos recibió en
shorts y sandalias. Él nos fue recomendado a nosotros por personas muy
confiables, así que su sentido de moda era lo que menos nos importaba.
Dr. Salles, que esta en sus cuarentas, carece de pelo pero esta en bastante
buena forma física, nos atendía sin compromiso. Sin embargo, yo ya estaba
pendiente de la tradición cubana de llevarle un regalito al doctor, así que le
compré una memoria flash de 16 GB. Sabía que como Internet es casi inexistente
en la isla, la gran mayoría de la gente se pasa las películas, música y fotos
con este aparato. A las personas que les regales memorias me los agradecieron
muchísimo.
El Dr. Salles primero revisó sus manos y dijo, “Con sus dedos índices
extras voy a crear los pulgares”. Para Natacha y yo eso era excelentes
noticias; él estaba confirmando lo que nos había dicho el Dr. Miki en Miami
unos días antes, aunque usando una técnica diferente. “Sólo para estar claros”,
agregó, “no van a ser pulgares perfectos pero ella va a poder agarrar cosas. Yo
esperaría hasta que ella tenga dos años para operarlos”.
Valeria estaba ajena a todos los posibles planes que estábamos
haciendo para ella; ella se estaba divirtiendo jalándole los bellos de la
pierna al Dr. Salles.
“Su piel derecho no va a ser complicado pero el pie en espejo va a
necesitar más trabajo”, dijo. “Puedo operar los pies apenas cumpla el año”,
agregó. “¿Por qué no la opera todo a la vez?” Natacha preguntó. “Porque quiero
ver cómo las manos desarrollan, ahora es muy pronto para saber”, nos respondió.
“Aún así, van a ver más de dos operaciones en total, quizás cuatro”.
Entonces sacó un iPhone y tomó fotos de los pies y manos de Valeria.
Si pensaba que lo iba a sorprender con la memoria flash, pues él me sorprendió más
a mi con el iPhone que yo pensaba era inexistente en Cuba. Cuando le di la
memoria la tomó sin importancia.
Quedamos que lo llamábamos al día siguiente para que nos diera un
estimado ahora que ya tenía una idea clara de lo que había que hacer. Nos
fuimos confiados de que Dr. Salles podría hacer las operaciones pero ahora
teníamos que pensar las logísticas ya que ir a Cuba veces seguidas en un
periodo tan corto es dificultoso.
Valeria con su abuela Loly en La Habana